jueves, 5 de noviembre de 2009

El Mártir del Gólgota

No puedo aguantarme las ganas de comentar a cerca del libro El Mártir del Golgota, cuya lectura se asemeja a un torrente de poesía casi milagrosa, que hace que el lector se enamore hasta de las piedras del campo... siempre que las describa el autor Enrique Perez Escrich.
Cuenta su biografía que el mencionado escritor se vió obligado a escribir desde muy temprana edad debido a la presión económica de su familia. Si es así, de donde sale el milagro de sus letras tan dulces, tan reales( es una novela) tan temporáneas en todos los tiempos? Por eso digo que es un milagro: por lo que muchas veces nos sentamos a escribir sin tener idea de lo que vamos a decir. Pero hay en cada persona un espíritu que lo asiste desde que nace y lo acompaña siempre; es el Espíritu Santo... Una persona( una viejita)más humilde entre los humildes me lo enseñó. Desde entónces lo compruebo todos los días. Para ello hay que creer en que así es.

Del mencionado libro transcribo: Melodías. (Capítulo cuarto.)

Terminada la cena, la perla de Bethania ofreció una copa de oro al cantor diciéndole:
-Este precioso néctar extraído de las viñas de Engadi, inspira a los poetas; bebe y canta, querido Boanerges, pues supongo que habrás escrito la canción que te pedí: "La Hermosa Pecadora".

Boanerges, después de beber la copa la dejo diciendo:
Confío en mi musa y en tus dulces miradas que inflaman mi inspiración.Los grandes poetas son como las aves del cielo: cantan sin estudiar sus cantos. Tomiris, Teresías y Homero, privados de la luz de sus ojos escribieron sus obras inmortales en la memoria de los oyentes.

--Mucha confianza tienes en tu inspiración. Dijo Magadalena.
-Puedes tu juzgar de ella.

Magadalena tornó a ocupar su diván. Boanerges se sentó a sus piés y descolgando la lira de sus espaldas, comenzó un preludio melancólico como el canto de un cizne moribundo. Mientras duró el canto, tuvo sus ojos fijos en la voluptuosa mirada de Magdalena, como si quisiera beber en ella su inspiración. Con una voz dulce y sentida voz vertió lo que sigue: acompañado de una extraña melodía:

Quieres que cante, bella señora
por que te llaman la pecadora?
-Porque es tu frente resplandeciente
como la aurora de la mañana,
que entre celajes de ópalo y grana,
el sol envía desde el Oriente.

Y en sus pupilas claras y hermosas
brilla serena la luz del día
y tus miradas son tan sabrosas,
como la esencia de la ambrosía.
Cómo mirarte sin adorarte?

Si de tus labios, rojos y bellos
brota la esencia de los jazmines,
si el oro puro de tus cabellos
tienen la esencia de los jardines?
Quién ve tu rostro, flor de las flores,
sin que a tus plantas muera de amores?

Quién de tu barba mira el hoyuelo
y ve tus ojos de luz de cielo
y no te adora?
Flor de Bethania, luz de la aurora
Quién al mirarte no te desea,
aunque te llamen la pecadora,
las envidiosas de Galilea?

Dice el autor que Boanerges se detuvo para tomar aliento. Sus ojos resplandecían con el sagrado fuego de la inspiración, mientras sus dedos continuaban arrancando de la lira dulcísimas notas, cuya armonía deliciosa se perfumaba con la esencia de nardo y de mirra que llenaba el reducido camarín de la hermosa pecadora; Magadalena mientras tanto acariciaba con sus pequeñas manos los boldos cabellos del cantor. Boanerges siguió cantando:

Son tus mejillas flor de granado,
tu frente hermosa, cielo estrellado,
tu linda boca que a amar provoca
cuando la entreabre sonrisa leve,
muestra unos dientes como la nieve
que a Venus misma volviera loca.

Quién de tu cuello ve la blancura,
de donde el lirio la suya toma?
Quién ve lo esbelto de tu cintura,
y de tu aliento siente el aroma?
Quién no delira cuando te mira?

Quién no suspira cuando te nombra?
Quien no te busca tarde y mañana
como del sauce la fresca sombra,
busca en Egipto la caravana?

Quién no codicia besar tu huella?
Quién en tus besos no deja el alma,
si eres hermosa como una estrella,
si eres esbelta como una palma?

Quién no te adora?
Flor de Bethania, luz de la aurora,
Quién al mirarte no te desea,
aunque te llamen La Pecadora,
las envidiosas de Galilea?

Hasta ahí cantó Boanerges, y descolgando la lira de su espalda dijo conmovido:

--Está servida señora.

Luego de discutir un poco acerca de los gobernadores del Tiber, Boanerges le reclama:

La gente murmura Magadalena, y la calumnia pronuncia el nombre de tu amante favorito....ese nombre es el mío...

--Pero tu sabes que eso no es cierto!

-Si pero la esperanza de realizar mis sueños de amor, me dan fuerza para esperar....

--Espera pues...

Nota.
A Boanerges ella le pagaba para que tocara hasta estar dormida, y la doncella se encargaba de saldar con unas monedas que el nunca aceptó y de lo cual tenía prohibido que conociera la bella pecadora. Ese fue su amor sufrido........ y la magia de este autor español.

La imprenta va a tener que reimprimir este libro, si la gente lo conociera más.

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